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Las resistencias

Hola, bienvenidos al arte de sentirte bien.

Soy la Psicoterapeuta Gestalt Ivonn Bravo.

Hoy hablaremos acerca de lo que son las resistencias en la Gestalt, cuál es su función, cómo identificar cuando ya no son funcionales en el momento presente y cómo solucionar y equilibrar esto.


¿Qué son las resistencias?


La resistencia es un fenómeno intrapsíquico, es decir, psicológico y casi completamente inconsciente, cuya aparición se atribuye a factores psicológicos propios del paciente, son el conjunto de conductas, actitudes de rechazo u oposición de un paciente/cliente frente a una situación de dolor, al tratamiento, o algún aspecto de la terapia o al terapeuta. Esta oposición es como una función de la necesidad del paciente de defenderse percibiendo conscientemente las emociones, conductas o personas como inaceptables o amenazantes.


Las resistencias nos ayudan esencialmente a protegernos de personas, momentos o situaciones que nos recuerdan a algo que vivimos en el pasado y fue doloroso o traumático. También existe la resistencia a cambiar o mejorar algo de nuestra personalidad, ya sea pensamientos, emociones o conductas, hay una negativa al cambio en general, esto es normal porque nuestro inconsciente se defiende y defiende la forma en la que viene funcionando, ya que es la forma en la que ha logrado equilibrar todo, y además entra otro tema que es la ganancia secundaria. En todo lo que hacemos obtenemos una ganancia secundaria, entendiéndose secundaria como ganancia del inconsciente, entonces por esto cuesta trabajo, porque implica renunciar o modificar los beneficios que obtengo.


El suprimir u olvidar, que de alguna forma también sería negar esa parte, un momento de mi pasado, es también una forma de resistencia, entendiéndose como protección, es decir, para mi inconsciente, m cuerpo y mi mente, fue un evento tan difícil y doloroso, que si no lo suprimo y lo dejo en la consciencia, corro el riesgo de fragmentarme o desestructurarme emocional y mentalmente, es decir, podría llegar hasta desarrollar un trastorno mental, porque en ese momento no tengo los recursos suficientes o necesarios para afrontar ese problema.


Y usualmente cuando ya estamos preparados y tenemos la fortaleza emocional, mental y física para afrontar, ver, aceptar y sanar esa parte de mi historia, el momento suprimido regresa a la consciencia, para cerrar esa Gestalt. Y también puede suceder que no lo recuerdes jamás, pero esto ya es una elección, va a depender del trabajo emocional en ti, si eliges no evolucionar, el inconsciente es muy hábil y entonces pues no tiene sentido mostrar eso si todavía no estás preparado, si todavía no estás dispuesta (o) a asumir la responsabilidad de lo que esto implica.


Las resistencias están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida, en unas áreas en mayor medida que en otras, cuanto más me resisto más necesito trabajar y sanar esa área de mi vida.


Por tanto, la psicoterapia no es una excepción, de hecho, es en los lugares en donde más se activan las resistencias, entra un mecanismo llamado auto saboteo y entra la resistencia al cambio, que puede esconder algún miedo o ser una forma de no querer responsabilizarse de sí mismos. Algunos ejemplos cotidianos son:


- No tengo tiempo, (No encontrar tan sólo una hora semanal o quincenal para nuestro proceso terapéutico es una manera clara de escaparnos de nosotros mismos).


- No me hace falta, (La razón que nos llevó a plantearnos iniciar la terapia queda camuflada bajo excusas de tipo, ‘no es para tanto’, ‘no estoy tan mal’, ‘yo soy así’, ‘en realidad no me hace falta’.


- El terapeuta no es el adecuado, (Aunque si pasa, hay personas que lo utilizan como excusa para no iniciar un proceso de cambio).


- Llegar tarde o no acudir a la sesión, (A veces, ante la dificultad de confrontar directamente algo, la persona empieza a desaparecer de la terapia de forma paulatina o de una forma tajante; si llegamos con retraso u olvidamos nuestras sesiones de manera frecuente, nos encontramos ante una resistencia).


- Ya estoy bien, (Muchas veces, cuando el síntoma que nos lleva a terapia mejora, creemos que el proceso ha terminado y que no tiene sentido continuar el trabajo, son estos pacientes que después una o varias sesiones no regresan, se dan de alta solos).


- No tengo dinero, (Las (o) terapeutas solemos estar abiertos a revisar el acuerdo económico o la periodicidad de las sesiones cuando las circunstancias del cliente/a cambian. Tener dinero para cualquier gusto, por ejemplo, salirte a tomar los fines de semana o invertir en unos audífonos, etc. y no ‘tener dinero’ para tus sesiones terapéuticas, nos habla de una resistencia).


- No me está sirviendo, (Todo cambio importante requiere un proceso, pero algunos pretenden modificar conductas de toda una vida en unas pocas sesiones. Si bien es cierto que el ritmo de trabajo depende de cada persona, la terapia es un proceso en el que cada sesión es una importante pieza que forma parte de un todo. La creencia de que no está sirviendo o de que es demasiado lenta, puede ser una resistencia creada por la impaciencia, el miedo, la exigencia o unas expectativas irreales).


Estas son las resistencias más comunes en terapia, a pesar de estas, la persona puede mejorar y salir adelante, si así lo decide.


A continuación, les hablaré de las resistencias que todos tenemos en nuestro día a día en psicoterapia Gestalt.

- Proyección: La proyección es la tendencia a hacer responsable al ambiente de lo que se originó en uno mismo. El caso extremo de la proyección se da clínicamente en la paranoia, pero la proyección existe en formas menos extremas. La afirmación que tan continua y cotidianamente oímos de ‘Me duele la cabeza’ es un claro ejemplo de proyección. Tratamos a nuestra cabeza como si fuera algo extraño y ajeno a nosotros, cuando en realidad tendríamos que decir: ‘Me duele mi cabeza’, e incluso avanzando un poco más en nuestra integración y en nuestra responsabilidad tendríamos que decir: ‘Me hago doler mi cabeza’. Proyecto todo lo que no puedo aceptar en mí, y en este mismo intercambio de proyección, sólo puedo ver en el otro lo que fue mío, es mío o me gustaría que fuera mío. Por eso la frase tan conocida y que es real ‘lo que no me gusta de ti, lo corrijo en mí. Y es un camino, que si no eres consciente de lo que dices y haces, nos lleva a ser un participante de nuestra vida, es decir, te dejas de responsabilizar de ti mismo y te conviertes en automático en víctima.

Podemos distinguir dos tipos de proyecciones: las proyecciones negativas, que son los aspectos o características que no me gustan de los demás y que no me gustan de mí, que no acepto como mías y las rechazo insistentemente, y las proyecciones positivas, que son características que me gustan de los demás porque creo que no las tengo o no me siento merecedor de ellas.


- Introyección: Los conceptos, patrones de conducta, valores morales, éticos, estéticos, políticos, etc., proceden todos del mundo exterior. Todos estos conceptos o valores tienen que ser digeridos para convertirse en propios, en partes nuestras integradas y que formen parte de nuestra personalidad. Pero si sencillamente aceptamos todo sin críticas, si aceptamos las palabras de los otros, ya sea por deber o por educación, entonces permanecen pesadamente en nosotros como los alimentos sin digerir; continúan siendo cuerpos extraños, aunque estén en nuestras mentes y en nuestras conductas. A estos modos de actuar: actitudes, ideas, juicios o evaluaciones sin digerir se los llama introyectos, y el mecanismo mediante el cual estos cuerpos extraños se agregan a la personalidad se llama introyección. Si uno se traga dos conceptos incompatibles, se encontrará interiormente en conflicto y hecho pedazos tratando de reconciliarlos.



- Retroflexión: Literalmente retroflexión significa ‘volverse hacia uno mismo’, el retroflector se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a los otros. El retroflector es el peor enemigo de sí mismo. El origen de la retroflexión se encuentra en los castigos infantiles. Cuando un niño trata de influir o actuar sobre su ambiente de un modo que no es aceptado, puede ser castigado física o psicológicamente y, como consecuencia, llega a bloquear la expresión de esa necesidad. Hay tres formas muy importantes de retroflexión: una es la compulsión, en la que uno se obliga de tal modo que se cree que la obligación viene de fuera hacia adentro. Hay veces en que esta obligación sí que viene de fuera, pero el compulsivo está permanentemente obligándose y obligando a los otros. La segunda forma de retroflexión son los sentimientos de inferioridad. Es evidente que cuando la relación con uno mismo está lastimada también lo están las relaciones con los demás . Cuando uno se siente inferior, de alguna manera trata de forma inferior a otras personas, con lo que puede que encubra su arrogancia. La tercera forma de retroflexión es aquélla que se transforma en síntomas corporales, los dolores de cabeza por tensión, muchas veces están sustituyendo a las ganas de retorcerle el cuello a otra persona, y otras encubren ganas de llorar reprimidas. Las afecciones de la garganta pueden tener el mismo origen, o algo que uno se tragó y después bloqueó, con el fin de evitar su expresión. La retroflexión es buena cuando uno tiene impulsos excesivamente destructivos.


- Proflexión: Como su nombre indica, proviene de la mezcla de dos mecanismos anteriormente citados: la retroflexión y la proyección. Es un mecanismo muy sutil. El proflector trata de conseguir del entorno determinadas acciones hacia él. Consiste en hacer o decir al otro lo que me gustaría que me hiciera o me dijera a mí. Es un mensaje indirecto hacia las demás personas, con la intención inconsciente de éste haga conmigo lo que yo hago con él. Son personas que viven mucho hacia afuera, atienden las necesidades de todos, aunque nadie se los pida, pero no atienden las propias porque quieren que los demás las satisfagan. Es una resistencia que esconde una necesidad grande de reconocimiento, de ser vistos, usualmente estas necesidades surgen en la infancia y conforme vamos creciendo sin consciencia de esto, se va convirtiendo en resistencia y el modo de hacerlo se va refinando.



- Deflexión: Este mecanismo tiene la función de evitar el contacto y, de alguna manera, de enfriarlo. La persona tiene miedo a la situación o a las personas con las que está o se siente involucrada, y puede mostrarse verborreica, pero vacía, silenciosa o distante, y hablar de cosas carentes de interés o poco conectadas con el tema de que se trate. La desgana, el aburrimiento y el cansancio se convierten en formas de deflectar (evitar), por las razones que sea. En la deflexión en cuanto se toca un tema doloroso, la persona automáticamente se bloquea y se divaga en otros temas para evitar sentir, bloquean toda emoción, prefieren no sentir, que arriesgarse a sentirse mal o bien, es decir, eligen un aplanamiento emocional, son personas con las que es difícil conectar emocionalmente, porque no lo permiten.


- Fijación: La fijación es recordar una determinada experiencia, acto o situación que se repite de forma constante en nuestra cabeza, y que puede resultarnos o no molesta. Aunque, precisamente, lo más habitual es que sean recuerdos de situaciones incómodas o dolorosas, que se repiten y a las que seguimos dándoles vueltas. No permite que tengamos una visión más amplia, y puede llegar provocarnos crisis o episodios de ansiedad. Son pensamientos compulsivos y obsesivos.


¿Cómo se tratan las resistencias?


- La proyección se trata con introyección, es decir, recupero mis proyecciones, me hago consciente de las mismas y lo que proyecté lo trabajo en mí.


- La introyección se trata con proyección, es decir, poner afuera lo que no es mío, regresar lo que no me pertenece, darme cuenta que no tengo porque cargar con pensamientos, sentimientos, actitudes y personas que no me tocan.


- La retroflexión se trata con proflexión, es decir, dejo de comerme todo lo que siento y lo comienzo a expresar, me salgo un poco de mi mundo para estar en el entorno y exteriorizar lo que siento, lo que no me gusta, lo que me duele, lo que me enoja de una forma segura y saludable, para no seguir comiéndome todo lo que siento y dejar de lastimarme.


- La proflexión se trata con retroflexión, es decir, hay que irse al interior, conectar consigo mismo, porque no se escuchan, no quieren hacerse responsables de si mismos. Entonces la retroflexión nos ayuda que nos centremos en nosotros mismos y dejemos de atosigar a los demás y atendamos nuestra propia vida.


- La deflexión se trata con fijación, es decir, frustrar a la persona cuando comience a divagarse y para que sienta, fijarla en el problema y que contacte con sus emociones, básicamente tocar la herida para que sane.


- La fijación se trata con deflexión, es decir, sacando a la persona del mismo tema, ampliando su visión del problema.


Como todo en la vida, estas resistencias existen porque tienen un propósito funcional, cuando hay que trabajar en ellas porque están acarreando problemas conmigo y mi entorno, es cuando la forma en que las uso se vuelve disfuncional. Y todas se equilibran entre sí, el tratamiento de las resistencias, es usar otras resistencias, es decir, el veneno es la cura y la enfermedad.


Ahora ya sabemos cómo nombrar a lo que nos pasa y cómo equilibrarlo, espero que les haya servido esta información y les sea muy útil en su día a día, les mando un fuerte abrazo y nos vemos en el próximo episodio de ‘el arte de sentirte bien’.

Gracias, hasta la próxima.

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